Estos ocho meses de pandemia, en los que nos hemos visto forzados a realizar cambios radicales en nuestros hábitos, pueden generar alto grado de ansiedad, incertidumbre y estrés. ¿Cómo manejarlos? Diego Acuña, psicólogo clínico de Cetep, nos dice cómo.
Hace hace poco más de un año, la sociedad chilena se desenvolvía en un escenario de relativa calma, estabilidad y tranquilidad. De un momento a otro, sin embargo, el cambio en el contexto social y la posterior pandemia, derivaron en un cuadro totalmente distinto. Uno donde priman los cambios en todo sentido, y la incertidumbre ante lo que depara el futuro, convive con la ansiedad generada por las restricciones del confinamiento y la emergencia sanitaria.
Para el psicólogo Diego Acuña, esa estabilidad que vivíamos hace poco más de un año y que pensábamos nunca iba a cambiar, hoy se ha perdido por efecto de la contingencia social y de la pandemia, que nos lleva a tener ansiedad con respecto al futuro. “Sin embargo, también nos da esperanzas en el sentido de pensar que las cosas pueden cambiar, que se pueden hacer distintas, que nos vuelve más responsables y valientes a la hora de tomar decisiones”, explica el profesional.


Situación que, de uno u otro modo, nos estresa por partida doble.
“Esa ambivalencia se traduce en sensaciones de amor y odio entremezclados, lo cual se refleja como señalaba, en la necesidad de ser parte del cambio; pero, al mismo tiempo, en el estrés de luchar para que las cosas se mantengan o vuelvan a ser igual que antes, en un escenario donde todo es incierto. Entonces, además de privarnos de muchas cosas como salir, viajar o pasarlo bien, para no contagiarnos, tenemos que asumir que eso nos impedirá ser actores o protagonistas de un cambio social que, además, conlleva incertidumbre. Es decir, tenemos la clave para rediseñar el futuro, pero no sabemos ni podemos usarla porque no tenemos cómo liberarnos de problemas y contingencias presentes simples”.
Por ejemplo, detalla el psicólogo, si antes teníamos una discusión de pareja, salíamos a la calle para cambiar de aire. Pero ahora no siempre se puede. Y esto nos lleva a darnos cuenta de que toda la estabilidad previa era algo efímero. Más aún, esta ambivalencia nos puede llevar a cuestionarnos y replantearnos algunos aspectos de nuestras vidas. Y empezamos a preguntarnos: ‘¿por qué sigo en este trabajo o en esta relación?’. Y aquí la ansiedad vuelve a cobrar protagonismo, ya que solemos pensar en el futuro, en momentos en que -como nunca- no podemos planificarnos, sino que pensar en el presente.
Cómo mitigar la ansiedad
Afortunadamente, además de recurrir a la ayuda de especialistas, es posible superar este escenario angustiante mediante acciones muy simples, que ayudan a liberar la mente, conocer mejor nuestro cuerpo y superar paso a paso la incertidumbre y el estrés:
- Tener un espacio propio, por pequeño que sea, para estar solo o hacer lo que nos gusta, sin moderarnos o reprimirnos por la presencia de otros.
- Contar, dentro de lo posible, con alguien con quien podamos hablar y nos brinde un instante de rescate o desahogo. Puede ser un familiar o un amigo de confianza.
- Practicar deporte siempre para recuperar la sensación de libertad personal y conectarnos con nuestro cuerpo (este último emite “mensajes de advertencia” en forma de dolores, jaquecas o molestias).
- Tratar de hacer cosas diferentes a la rutina. Como, por ejemplo, celebrar los días festivos en casa o disfrazarnos de viejo pascuero en Navidad, entre otras opciones. Aunque no se pueda salir, tratemos de mantener el sentido, que igual sea un día alegre y se pueda disfrutar al máximo.
Sigue estos consejos para evitar sentirte abrumado por la contingencia y así disminuir la angustia y ansiedad.