Con el desconfinamiento gradual, hay quienes temen contagiarse de Covid, dejar su lugar de “seguridad” y rutinas, por lo que evitan salir y sociabilizar, y prefieren seguir en sus hogares. La psicóloga de Cetep, Valentina Gajardo, explica por qué ocurre este síndrome y cómo superarlo.
El síndrome de la cabaña se experimenta luego de haber pasado un largo tiempo encerrado en un mismo espacio y haber estado privado de cosas que acostumbrábamos a tener: contacto social, rutinas en espacios abiertos. Así ha ocurrido con el confinamiento que nos hemos visto obligados a cumplir en los últimos meses debido al Covid-19, y el actual desconfinamiento gradual que nos proponen las autoridades.
Valentina Gajardo explica que, pese a que se le llama síndrome, en realidad es una reacción emocional de miedo y ansiedad, esperable ante el cambio de escenario o contexto que estamos viviendo, tras estar meses en un lugar seguro que es nuestra casa. En este sentido, el temor surge ante la posibilidad de exposición al virus y dejar el lugar seguro y nuestras rutinas, lo que a muchos lleva a evitar salir y eligen permanecer en sus casas, incorporando la idea de que nuestro hogar es el lugar más confiable en el que debíamos permanecer.
La psicóloga agrega que las personas que sufren este síndrome, pueden experimentar una serie de síntomas y reacciones ya sea emocionales, fisiológicas, cognitivas, entre otras. A nivel emocional pueden sentir ansiedad, temor, irritabilidad, baja motivación; a nivel fisiológico, agitación en la respiración, sensación de taquicardia, sudoración, insomnio; a nivel cognitivo, tener ideas catastróficas respecto de lo que se está viviendo y al contagio; y a nivel conductual, una tendencia a evitar salir y tener contacto con otras personas.
“Ahora que varias comunas han iniciado un desconfinamiento gradual y nos invitan a dejar el encierro, además del miedo a salir propio del Síndrome de la Cabaña, pueden aparecer otros malestares como, por ejemplo, la duda y el temor de que todavía puedo contagiarme. Y pese a que para muchos es un buen cambio, implica un nuevo esfuerzo y una inversión de energía para llevar a cabo este ajuste. Es decir, luego de un periodo de alta demanda y sacrificio por adaptarnos y sobrellevar una situación difícil, pasamos a otro período de exigencia y cambio, lo que podría producir sensación de cansancio crónico y desmotivación. Asimismo, es natural que, al disminuir la percepción de riesgo de contagio, tengamos más ‘espacio mental’ para vernos a nosotros mismos y percibir cómo estamos realmente luego de estos meses”, explica.
Otro temor que se ha observado, asegura la profesional, es el ‘retomar nuestras vidas’, entendiendo que la vida no será como antes. “Hay condiciones distintas, normas diferentes, incluso nosotros hemos cambiado, por lo que el escenario es en realidad bastante incierto. La incertidumbre genera ansiedad y así se forma un círculo vicioso entre ansiedad, evitación y encierro, respuestas que se retroalimentan entre ellas”, señala.
Según la especialista, los más propensos a sufrir este síndrome son las personas de la tercera edad. Esto estaría relacionado al hecho de que se ha indicado como la población de mayor riesgo ante el coronavirus. En este sentido, el temor que pueden sentir está ligado al riesgo real que significa este virus para ellos y a lo habituados que están al encierro, entendiendo que su velocidad de “readaptación” puede ser más lenta. “También se plantea que podría afectar a personas con historial de patologías o trastornos ansiosos, sobre todo en la línea de lo fóbico. Por ejemplo, quienes tienen ansiedad social, el tipo de relación vía virtual o telefónica y el confinamiento en sí, puede haberles traído comodidad y confort. Ahora, en cambio, tendrían que empezar a retomar las interacciones en persona, y esto es un desafío grande. Algo similar puede ocurrir con quienes sufren de agorafobia (miedo a los espacios abiertos) o quienes temen padecer enfermedades, como las personas hipocondriacas”, sostiene.
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¿Cómo superar este síndrome?
- Entender que, como toda situación nueva y desafiante, es esperable que tengamos alguna respuesta a nivel emocional de malestar, ya que demanda esfuerzo para adaptarnos. Asimismo, al ser algo contextual, se espera que este síndrome sea temporal, que irá disminuyendo a medida que nos adaptamos al nuevo contexto.
- Comprender que lo que nos está pasando es normal y, por lo mismo, procurar tener un proceso de adaptación paulatino según nuestras necesidades y posibilidades. En este sentido, se recomienda iniciar de a poco, en base a metas personales alcanzables; tal vez, saliendo de la casa a espacios abiertos, caminatas cortas, cosas que nos permitan conectarnos con el mundo exterior e ir aumentando esa conexión y actividad de manera gradual.
- En este proceso será importante continuar manteniendo las medidas de seguridad y cuidado recomendadas, de manera que nuestro acercamiento al mundo exterior sea con todas las precauciones.
- Se recomienda seguir con las mismas medidas iniciales de la cuarentena, tales como: mantener una rutina, continuar realizando actividades placenteras o recreativas y mantener el contacto social (si no es presencial, por videollamadas, teléfono, etc).
- Por último, siempre es importante observarse, de manera tal que, si los síntomas se mantienen en el tiempo y en intensidad, y comienzan a interrumpir el desarrollo de nuestra vida cotidiana, consultar con especialistas en salud mental.
Por eso es importante ir monitoreando nuestros comportamientos y emociones. Y entender que el desconfinamiento es un proceso, por tanto, no acelerarnos ni presionarnos excesivamente, sino planificarlo.