Diabetes y dislipidemia: peligrosa dupla.
La glicemia elevada favorece un proceso inflamatorio que daña la pared de las arterias del corazón y del cerebro y acelera el proceso de aterosclerosis. De ahí la importancia de mantener los niveles de azúcar controlados, advierte el Dr. Juan Carlos Prieto, presidente de la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.
La diabetes es una enfermedad que afecta a distintos sistemas y uno de los más importantes es el cardiovascular. Se ha descubierto que cuando la glicemia está elevada, algunas proteínas favorecen un proceso inflamatorio crónico en los tejidos, que va dañando el sistema circulatorio, ya sea en los vasos sanguíneos pequeños o microvasculatura – cuya consecuencia son la insuficiencia renal o el problema ocular-, como también efectos en los vasos sanguíneos grandes, en este caso las arterias del cuello, del corazón, de las extremidades inferiores y del cerebro. Esto favorece y acelera el proceso de inflamación de las paredes arteriales y la consecuente formación de placas ateroescleróticas.
“La diabetes suele ir acompañada de dislipidemia (entre un 70 – 80% de los casos), concepto que incluye alteraciones de la concentración sanguínea de los lípidos que va más allá del colesterol elevado. En pacientes diabéticos, la alteración característica de los lípidos incluye colesterol bueno (HDL) muy bajo y triglicéridos muy altos (sobre 250 mg/dl), que puede o no acompañarse de colesterol ´malo´ (LDL) elevado. La asociación de diabetes y dislipidemia aceleran el proceso de aterosclerosis, por tanto, mayores probabilidades de que la persona tenga un infarto cerebral o un infarto agudo al miocardio”, asegura el Dr. Juan Carlos Prieto.
Si a lo anterior, le sumamos otros factores de riesgo como el tabaquismo, y la hipertensión, que muchas veces están presentes en un paciente diabético, más rápido será el proceso de deterioro arterial, advierte el especialista.
Terapias más efectivas
Existen varias terapias para el manejo de cada una de estas patologías y de los factores de riesgo cardiovasculares. En el caso de la diabetes, en la actualidad hay disponibles varios grupos terapéuticos que han demostrado su utilidad en el manejo de esta enfermedad.
“Afortunadamente ha habido avances en el descubrimiento de nuevos medicamentos para el tratamiento de la diabetes. Por ejemplo, los inhibidores SGLT2, – que favorecen la excreción de glucosa por el riñón-, y las incretinas, que son análogos de una hormona que produce el intestino en respuesta a la ingesta de alimentos, estimulando al páncreas para que genere insulina. Estos medicamentos reducen los niveles de glucosa en sangre y, además, brindan protección en especial a los pacientes con daño cardiovascular de base. Vale decir, han podido demostrar que mejoran el pronóstico cardiovascular además de controlar los niveles de glicemia. Estas ventajas han quedado en evidencia por medio de ensayos clínicos de medicamentos donde se comparan estos medicamentos con las estrategias de tratamiento tradicionales”, sostiene.
El Dr. Prieto asegura que la insulina es un tratamiento al que deberán recurrir gran parte de los diabéticos cuando las terapias farmacológicas instauradas no logran controlar la glicemia, y se deberá utilizar en todos los pacientes en que el páncreas no logra producir la cantidad necesaria de esta hormona como es el caso de la diabetes tipo 1. “Hoy se acepta que la terapia de la diabetes incluye la utilización de diferentes terapias orales e inyectables que normalmente deben sumarse para lograr el objetivo de compensación de la enfermedad. Finalmente, el ejercicio y la dieta saludable son tan importantes como los fármacos en el tratamiento de la dupla diabetes-dislipidemia”, explica el cardiólogo.
Ya sabes la importancia, entonces, de mantener a raya los niveles de azúcar y de lípidos en la sangre, y así evitar los posibles eventos cardiovasculares.