Mantener una comunicación permanente, escucharlos, dejar que tomen decisiones y estar con ellos -con todas las medidas de seguridad- en sus salidas permitidas, son algunas de las sugerencias de Ximena Puig, psicogerontóloga de Red de Salud UC Christus.
En estos tiempos de pandemia, una cosa es el distanciamiento físico, muy necesario para resguardarse del contagio de Covid-19, sobre todo los adultos mayores que por sus enfermedades de base son la población más vulnerable y, por lo mismo, se han extremado las medidas sanitarias para ellos. Otra cosa muy distinta es la distancia social, que está más relacionada con el aislamiento y que afecta a una parte de las personas de la tercera edad.
“La distancia social no implica que no podamos comunicarnos ni relacionarnos con nuestros mayores. La vejez en nuestro país es diversa: hay adultos mayores con enfermedades crónicas; están los que cuidan a otros de la tercera edad; otros que trabajan, los que están con su familia y los que viven solos. Y lo que les afecta -aunque de manera distinta según su realidad- es la soledad que sienten, incluso, antes de la pandemia y que se intensifica por estos días, y que es un factor de riesgo para enfermedades físicas y afectaciones mentales, que pueden desencadenar depresiones o cuadros ansiosos”, explica Ximena Puig, psicóloga y coordinadora del programa de atención psicogerontológica de la Red de Salud UC Christus.
El desafío, entonces, es buscar las nuevas maneras de contactarse con ellos sin exponerlos, ya sea por teléfono, a través de la reja y preguntarles cómo están, qué han hecho, cómo están controlando sus patologías de base y motivarlos a distancia a que tengan una rutina, se muevan, realicen actividades físicas y cognitivas (como leer el diario, tejer), para evitar un deterioro y pérdida de masa muscular. “Este es un espacio de creatividad de cómo mantener los vínculos y demostrar preocupación en este contexto. Otra opción es que la comunidad empiece a sostenerse, que los vecinos estén atentos, se organicen y supervisen cómo están y qué ha pasado con los mayores de su barrio, preguntarles si necesitan algo, manteniendo la distancia y el uso de mascarilla. Y si hay una situación preocupante, contactarse con la municipalidad y activar las redes socio-comunitarias. Finalmente, lo que hace la pandemia es distanciarnos físicamente, pero no por eso vamos a aislarnos. Hay que armar el entretejido social, es lo único que nos puede sostener para transitar esta crisis que no sabemos cuándo va a terminar”, aconseja la psicóloga.
Cómo acompañar en el tránsito al desconfinamiento
Para este período de tránsito de cuarentena al desconfinamiento, estas son las recomendaciones de la especialista para no exponer a los mayores y, al mismo tiempo, se sientan acompañados:
- Diferenciar a los adultos mayores con patologías crónicas importantes, y seguir las indicaciones de los médicos tratantes. “En términos de desconfinamiento, hay que mirar primero el estado de salud físico y mental de la persona, porque puede requerir cuidados más específicos. Por ejemplo, frente a alguien con afección pulmonar, debemos tomar más resguardos porque el riesgo de contagio se mantiene”, explica.
- Escuchar la opinión de la persona mayor, qué quiere, qué necesita. Respetar su autonomía y experiencia. Evitar infantilizarlos y tomar decisiones por ellos.
- Mantener la distancia física manteniendo la comunicación permanente.
- Procurar acompañarlos a caminar en sus salidas permitidas, con todas las medidas de resguardo: mascarilla, distancia y lavado de manos.
El desafío en este paso a paso entonces es diferenciar el distanciamiento físico del social y buscar las nuevas maneras de contactarnos con nuestros mayores para que se sientan acompañados y, al mismo tiempo, no exponerlos a contagios.